STATEMENT
El trabajo siempre es el fruto de un movimiento doble, que avanza hacia fuera y hacia dentro de forma simultánea. La acción que da forma a la obra, se corresponde también a una modificación del espacio íntimo, de tal manera que el externo y el interno se plasman mutuamente. De este diálogo ininterrumpido nace su naturaleza híbrida.
La interacción tejida en una frontera poética, sumamente delicada y atrevida a la vez, con el papel como materia y el hilo como símbolo. Un hilo que es epifanía y metáfora de lo frágil, que, al trenzarse, se hace fuerte, se convierte en textura densa, resistente. Como también ocurre con la palabra, el texto.
La sutileza del hilo organiza el tiempo, el vínculo, la continuidad y el ritmo de los fragmentos de literatura sin lectura. Aquel hilo de Ariadna que guía la memoria dentro del laberinto que, a veces, en el hacerse y deshacerse de la trama, con fidelidad a la duda y la espera de lo inesperado, resurge.
Hilar, entrelazar, envolver, encajar las piezas, en este movimiento cíclico se desarrolla el juego de la comunicación.
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Como segunda piel (Serie: Literatura sin lectura)
Papel Hahnemühle de 300gr. Tarlatana. Grabado
Pieza única, 2025
102 x 82m
SEGUNDA PIEL – Francesca Poza
Francesca Poza nos invita a adentrarnos en su universo íntimo, donde las palabras no se leen, sino que se respiran. Sus obras nos envuelven en un espacio suspendido, donde el silencio tiene cuerpo y la materia adquiere la textura de una segunda piel: una superficie sensible, cargada de tiempo, memoria y tacto.
En Segunda piel, la artista recoge fragmentos literarios desgarrados, textos que han perdido su función original, y con ellos construye un nuevo lenguaje. Un lenguaje que no se pronuncia, sino que se percibe a través de la forma, del ritmo, del vacío. Las palabras, despojadas de su significado literal, se transforman en materia viva: hilos que conectan pensamiento, emoción y memoria. Ya no narran: se insinúan, se entrecruzan, se tensan, se pliegan. Son cicatrices visibles de lo invisible.
El hilo es una constante en su obra. Como un pensamiento que se despliega lentamente, se desenrolla, se curva, se entrelaza y vuelve a su centro. Es el hilo del cuidado, de la repetición íntima, del gesto que une, reconstruye y sana. Cada hebra se convierte en un latido, en un susurro tejido que da forma al vacío. Como una piel que se cose desde dentro, que se reescribe en cada puntada.
El papel, trenzado y trabajado con paciencia, deja de ser frágil. Al ser manipulado, cortado, entrelazado, adquiere una densidad inesperada. Se convierte en una superficie porosa que contiene lo que no se dice. Una epidermis silenciosa que guarda la huella del tiempo, que habla sin pronunciar palabra. Materia que piensa, que recuerda, que respira.
En este cruce entre texto y cuerpo, entre lo dicho y lo callado, la exposición nos ofrece un espacio de contemplación profunda. Las obras son refugios visuales donde el espectador no solo observa, sino que habita. Donde cada pliegue invita a la pausa, al aliento lento, a sentir con los ojos cerrados.
La artista poetiza el silencio. Y en ese gesto, nos recuerda que la piel no solo envuelve: también escucha, también escribe, también guarda.
María Ortega

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Es mucho más que papel (Serie: tejido, tejido no es)
Tejido realizado en papel reciclado tyvek, encolado, escrito manualmente con poemas y notas del día a día.
450 x 450 x 350 x 4 mm (ancho x profundidad x alto x espesor)
Ejemplar único, 2024

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Segunda piel
Tejido, tapiz, materiales mixtos
Pieza única, 2025
35x40x30cm

Leve, breve
Técnica: Papel, yeso
Pieza única, 2025
12x6x5cm
Para luz (Serie: literatura sin lectura)
Papel de libro, libro de artista
Pieza única, 2023
25x25cm

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Este camino ya no lo recorre nadie
Papel Hahnemühle de 300gr. y tartalana
90 x 70 cm

BHJ

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Como si de cadenas se tratase
Papel Hahnemühle de 300gr., tarlatana y grabado monotipo

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“Castilla»
Premio Adquisición BBVA, FIG Bilbao 2024

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Detalle de obra- “Castilla»
La sutileza del hilo organiza el tiempo, el vínculo, la continuidad y el ritmo de los fragmentos de la literatura sin lectura. Aquel hilo de Ariadna que guía la memoria dentro del laberinto que, a veces, en el hacerse y deshacerse de la trama, con fidelidad a la duda y la espera de lo inesperado, resurge.
Abstraernos con un poema o novela, vivirlos en nuestro tiempo de lectura o imaginar en otro plano, crear un sentimiento de presencia y vivencia de la imagen.

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El poeta renacido
Tejido realizado con papel de libro, creando una tela con las páginas del libro: “Napoleón Crazy” Takashi Atoda
50 x 50 cm

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El poeta renacido
Tejido realizado con papel de libro, creando una tela con las páginas del libro: “Napoleón Crazy” Takashi Atoda
50 x 50 cm

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“Koichi” la primera luz de la mañana
Tejido realizado con papel de libro, creando una tela con las páginas de libro: El poeta renacido 50 x 50 cm

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“Koichi” la primera luz de la mañana
Tejido realizado con papel de libro, creando una tela con las páginas de libro: El poeta renacido 50 x 50 cm
Francesca Poza: retrato de un artista mayúscula e inclasificable que cree (y crea) en el papel.
Es poseedora de una obra mayúscula, y en sus creaciones artísticas emplean la rica pobreza del papel, que ella recicla y enriquece escribiendo o troquelando.
El arte, la memoria y el olvido son un tema recurrente en la cultura universal dando lugar a una poética plasmada en diferentes aspectos de la creatividad humana. Podríamos decir que el arte es por esencia un conjunto de necesidades tendentes a dejar constancia permanente de lo que amamos frente al más que probable olvido que seremos. Entendiendo por arte cualquier disciplina que, envuelta en una poética visual, sonora o escrita, nos ofrezca la posibilidad de seguir existiendo, de amar y ser amados.
La memoria, la no memoria, tiene en el Alzheimer la manifestación más dramática de la pérdida de nosotros mismos y de los que amamos y deseamos. Antonio Muñoz Molina en su diario de pandemia, Volver a donde, refiere de su madre, afectada por la enfermedad: “En la conciencia de mi madre el presente es una niebla neutra en la que surge a cualquier hora del día o de la noche el desfile de los muertos”. Quizá es en la conciencia del escritor donde surge ese desfile defendiendo su amor a “ella” y su temor de sí mismo.
De eso trata la obra de Francesca Poza (Mataró, 1965), artista clasificada como “inclasificable”,
que crea sus obras tejiendo bien el papel, o actuando sobre él mismo a través de recortes, delicados, de libros o imprimiendo su pensamiento, en hojas y papeles, escribiendo o troquelando, “como un movimiento doble, que avanza hacia fuera y hacia dentro de forma simultánea. La acción que da forma a la obra, se corresponde también a una modificación del espacio íntimo.”
Nada hay más trágico que dejar de ser y observar cómo se deja de ser. En ese sentido, as mujeres tienen la desventaja del menosprecio de su obra, por ser mujer, y aún más si el medio utilizado se relaciona con las llamadas “labores propias de su sexo”. Así Aurelia Muñoz, artista textil era hasta “ayer” una total desconocida en este país. Su país. Mientras que los estadounidenses la consagraban con la exhibición permanente de su obra en el MOMA (Museum of Modern Art N. Y).
Eso sí, una vez muerta.
Tenemos la suerte de que Francesca Poza está muy viva y muy activa y no nos podemos permitir que el merecido reconocimiento no llegue a tiempo, haciendo de su obsesión por el no olvido, la memoria y el Alzheimer un paradigma de su obra. Y es que estamos en presencia de una obra mayor. En todos los sentidos. Esa mirada perdida, la de la memoria que fue y
no es, la poetiza en una breve frase: “¿Quién sabe lo que piensa cuando me mira? ¿Quién sabe lo que siente?”. Francesca dice que “desde joven ha creado inspirándose en historias reales, literatura que le ha marcado de alguna manera, que la ayuda a expresar lo que siente”. Lo que siente “hilando, entrelazando, envolviendo, encajando las piezas, en ese movimiento cíclico en el que se desarrolla el juego de la comunicación”.
Por José Luis González – Editado en la Revista AD


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Busco em mis recuerdos
Premio de bellas artes Sant Jordi 2023, Fundaciò Perello